lunes, 4 de abril de 2011

Every day is a good day

Las semanas transcurren rápidamente y pareciera que poca cosa hemos hecho en ellas. Más bien, muchas veces sentimos que somos presas de la rutina que no nos permite realizar aquellas cosas que realmente queremos hacer. Podemos sentir, entonces, que estamos “perdiendo el tiempo” y cierta frustración puede asomarse al revisar nuestra vida cotidiana. Sin embargo, ¿somos conscientes de lo que hacemos a cada momento?

Un día cualquiera puede empezar con el despertador que nos lleva a la ducha para luego prepararnos el desayuno, mirando siempre el reloj. Así, nos vamos adentrando en aquella rutina que nos va a mantener ocupados durante gran parte del día. Puede pasar media mañana y sintamos que no ha pasado nada especial. Y no necesariamente es cierto.

Abrir los ojos y detenernos a contemplar unos segundos los rayos de luz puede fundirnos en una “mini-experiencia”  revitalizante. Puede que para muchos se trate de algo inútil y ¿para qué perder el tiempo en cosas inútiles? Otros, en cambio, podemos dejarnos seducir por la luz matinal tan sólo por unos instantes para que ella despierte en nosotros un ánimo así de luminoso. La ducha puede convertirse en una sesión diaria de cuidado de nuestro de cuerpo. Lavarnos la cabeza con unos cuantos suaves masajes, sintiendo el agua fluir sobre nosotros, dejando de lado las prisas, es vivir ese momento en sí mismo aprovechándolo al máximo.

Luego llega el desayuno que para muchos es un café con poco y nada. Si nos detuviéramos en la palabra “des- ayuno”, nos percataríamos que significa salir del ayuno en el que hemos permanecido durante horas mientras dormíamos. El cuerpo, luego de este largo reposo, necesita irse incorporando poco a poco. Cada órgano, cada parte de nosotros, va despertándose para empezar el día. Si es que nos contactáramos más con nuestro cuerpo –para muchos un gran desconocido- sabríamos qué vamos necesitando para alimentarlo sin agredirlo. Prepararse un desayuno nutritivo es una manera de conectarnos con él y empezar a cultivar, desde dentro, el bienestar en nosotros. Se dice que “somos lo que comemos” y cada vez considero que es una gran verdad.

“Every day is a good day” es una frase que, cuando la escuché, me hizo pensar en la gran filosofía de vida que encerraba. Cada día es único e irrepetible, cada día es original, cada día es un acto creativo, cada día es un regalo. Puede ser que interpretemos que para ser original y único necesite tener un cariz extraordinario. Quizá, lo cotidiano y las rutinas tengan ciertas connotaciones peyorativas para nosotros. La luz de la mañana es cotidiana, así como también, bella y energizante si nos permitimos sentirla; nos metemos siempre que queremos a la ducha pero probablemente no seamos concientes de la tremenda relajación que nos proporciona o que podría proporcionarnos; comemos cada vez que sentimos hambre pero no asociamos nuestra alimentación con nuestro bienestar físico, mental y psicológico.

En vez de sentir nuestra vida como una cadena de actos rutinarios, podemos sentirla como pequeños rituales que nos contactan con nuestro entorno, con nuestro cuerpo, con cada acción que vamos realizando. Podemos ir avanzando hacia la noche habiéndonos dejado mimar por estos discretos placeres diarios que nos permiten conectarnos con la vida. Life is what happens to you while you're busy making other plans” cantaba Lennon y cuánta razón tenía.